10 de octubre de 2014

Historia breve en el trabajo 2/3

No existe eso que llaman “hoteles decentes”. Existen hoteles baratos y hoteles caros.

Hoy, en el hotel caro en el que estoy alojado, entró al restaurante un tío cuarentón con calva en la coronilla, flaco y menos agraciado que yo. Lo acompañaba como invitada una bella mujer tan joven que podría ser su hija y que vestía una minifalda tan corta que la prohibirían en cualquier oficina. Era deducible que apenas se conocían y era evidente la urgencia del tío por acabar la cena y llevársela a su cuarto.

Los mozos se hicieron los cojudos con la llamativa invitada del huésped y la dejaron ingresar al interior del hotel. Unos verdaderos profesionales.


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