No existe eso que llaman “hoteles decentes”. Existen hoteles baratos y hoteles caros.
Hoy, en el hotel caro en el que estoy alojado, entró al restaurante un tÃo cuarentón con calva en la coronilla, flaco y menos agraciado que yo. Lo acompañaba como invitada una bella mujer tan joven que podrÃa ser su hija y que vestÃa una minifalda tan corta que la prohibirÃan en cualquier oficina. Era deducible que apenas se conocÃan y era evidente la urgencia del tÃo por acabar la cena y llevársela a su cuarto.
Los mozos se hicieron los cojudos con la llamativa invitada del huésped y la dejaron ingresar al interior del hotel. Unos verdaderos profesionales.
10 de octubre de 2014
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